Acabaron
de hacer el amor. Ella, le miro y suspiró, y se volvió a acercar a él
mientras buscaba su boca con ansia, con la desesperación de querer saciar sus
ganas de tenerle dentro otra vez. Sus blancas manos, aun temblorosas, buscaron
su sexo para comenzar otra vez con el juego. Lo acarició, lo besó. Lo hacía
gimiendo sutilmente, sabiéndose que con ello, despertaba su pasión. Él,
sudoroso, se dejó llevar mientras sus manos le exploraban su cuerpo. Su cuello,
sus pechos, su espalda. Le encantaba sentir en sus manos como se le erizaba la
piel. Entonces, la tumbó en la cama boca arriba. Con delicadeza le separó
sus piernas mientras besaba su cuello, y comenzó a bajar despacio, muy
despacio, deteniéndose primero en sus pechos, para seguir bajando hasta
encontrar su sexo húmedo y dispuesto para comenzar otra batalla.
Después de complacerse, de tener varios
orgasmos y terminar casi extenuados, se dejaron caer sobre el colchón de
la cama. Él, miró el cuerpo desnudo de ella. Ella, saciada, se sintió vencedora
de la batalla. Él se levantó y se quedó sentado sobre la cama, y con ternura,
la miró, le acarició su cara y la besó en los labios, para luego fingir cansancio. Se levantó y con un
paso cansino se dirigió al baño, desnudo, mientras se tocaba su pelo ya entrado
en canas con su mano derecha. Se dio una ducha y, tras despedirse con un nuevo
beso y mentir para no quedarse a pasar la noche con ella, salió para
regresar a su solitaria casa. Ella, aún desnuda sobre la cama, cogió un
paquete de tabaco depositado sobre la mesilla para sacar un cigarro. Lo
encendió y dio una calada profunda, exhalando el humo tan despacio como pudo,
repitiendo el proceso hasta consumir el cigarrillo. Apagó la luz y se fue al
encuentro de Morfeo. Él para ella fue uno más.
Mientras, él
caminaba por una desértica calle, iluminada vagamente por unas farolas que
daban luz naranja, y escuchando el sonido que producían sus zapatos sobre la
negra acera, recordaba las mujeres que había utilizado para intentar olvidar.
Olvidar algo que desde hacía ocho años no conseguía. Buscaba otros
brazos, otros besos, otros ojos que le mirarán y que le hiciesen perderse por
otros mundos, otros mares y otras estrellas aunque fuesen fugaces.
Después de una hora de caminata, entró
empapado a la vieja casa. Se quitó la ropa mojada en la entrada y la dejo sobre
el suelo; desnudo fue hacia el salón. Se envolvió en una suave manta de
lana que tenía siempre en un tresillo frente a la chimenea y encendió el fuego.
Se sentó y se quedó mirando fijamente a la chasca. Allí, donde el silencio le
atormentaba, donde luchaba con todas sus fuerzas para poner toda la resistencia
posible a los recuerdos, se acurrucó sobre sus rodillas, tapándose con la manta
hasta la cabeza.
Y entonces, y como el resto de las
noches de su vida, comenzó a soñar....
(continuará...)
Que buena forma de estrenar unas gafas, leyéndote. Como siempre, un verdadero placer disfrutar de tu arte.
ResponderEliminarMi mayor regalo, hermano, es que lo disfrutes. Con ganas de darte un abrazaco.
EliminarSe hará.. prometido. Un beso guapa.
ResponderEliminar¡¡¡¡¡Noooooooooo!!!! No vale dejarme a medias ;) ya estás tardando en continuar con el relato. Me está gustando y me gusta encontrarme palabras de nuestro castellano que no suelen verse en este tipo de textos. Sigue, no pares, please...
ResponderEliminarGracias Eva. La intención es teneos en vilo unas semanas más. Así somos los hombres, jejeje. Un beso grande y yo si que estoy encantado que mi compi del cole este también por aquí.
EliminarMi más sincera admiración! Me ha encantado tu relato , pero .... para cuándo continuará... ha sido un placer volver a leerte ! .
ResponderEliminarLa información sobre la continuidad del texto será dentro de una semana en una cena..... Ahí lo dejo, jejeje. Un beso Mónica.
EliminarNo puedo decir nada nuevo, me ha encantado, y destacar que transmitir así es genial...dejarnos con las ganas y muchas de seguir leyendo...una maravilla!!
ResponderEliminarNo me queda más remedio que intentar continuar con el relato. Pero antes habrá uno de un hombre que cena con las mamas de los compañeros de clase de mi hijo... dará que decir. Gracias inmensas Sara.
EliminarHermano...Camino de la Megan Maxwell
ResponderEliminarNo hermana. Yo no podría nunca. Además yo vuelo por otros lares, ya sabes, templarios, camino de santiago, etc. Un beso grande. Te quiero.
EliminarMe gusta, se queda corto..., ya sabes, ya que has empezado, tendrás que contar más cosas sobre esta historia, los detalles molan...
ResponderEliminarAsí será amiga. Pero dentro de unas semanas para manteneros con la intriga. Un beso guapa
EliminarLas féminas estarán encantadas con estos relatos, estas cosas os enganchan, sobre todo a las guerreras!! Serás el próximo varón maxwel???
ResponderEliminarEspero que no. Yo quiero cabalgar a lomos de Jehan, Aldara... Camino de Santiago, etc. Un beso amada esposa.
EliminarMuy bueno, me encanta lo descriptivo de este relato y te deja con ganas de mas... please segunda parte ya!
ResponderEliminarNo me queda más remedio que dar vida a lo empezado. Prometido. Un beso y muchas gracias
EliminarVerdaderamente has puesto pasión en el relato .
ResponderEliminarPrecioso sin más
Muchas gracias amiga. Tienes 3 partes más en el blog por si las quieres leer
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