domingo, 5 de noviembre de 2017

La vuelta

Caminaba con la cabeza gacha, como si no quisiera ver  más allá de lo que la vista abarcaba tras el siguiente paso. Su zancada era lenta y torpe e iba arrastrando sus pies por un camino repleto de barro. La lluvia, persistente desde antes del amanecer, se inmiscuía entre sus harapos, y una posición encorvada le hacía parecer un viejo lugareño caminando hacia el ocaso de sus días. Las finas gotas de agua dejaban regueros por su cara, donde las lágrimas se mimetizaban para no dejar huella de su presencia.


- No te vayas, por favor. - Le dijo su madre.
- No tengo ya sitio aquí. Padre me repudia por lo que soy, y prefiere mi ausencia a la vergüenza de verme junto a vosotros. 
- Ya sabes como es. Le puede más su posición social que sus sentimientos, pero estoy seguro que en el fondo, te quiere aquí, junto a nosotros.
- No es cierto. Ayer mismo me repudió delante de los vecinos. Me espetó que era una atrocidad lo que la naturaleza había hecho conmigo. ¿Que he hecho yo aparte de enamorarme? ¿Que mal hago a mi familia por querer y sentir como lo hago?. No hay vuelta atrás, madre. Me iré antes de que amanezca.

Seguía caminando con paso lento pero constante. Iba cubierto por un jubón que le cubría casi la totalidad del cuerpo, un viejo sombrero de ala, requisado furtivamente a su abuelo de los que se utilizaban en los tercios de Flandes, y un hatillo donde guardaba las pocas pertenencias que había recogido antes de partir. Dejó por un momento su ensimismamiento, cuando escuchó el rodar de un carro y el relinche de los caballos que tiraban de él.  Aminoró la marcha y se puso a la linde del camino para que el carro pudiera pasarle sin dificultad. Cuando este llegó a su lado, escuchó claramente la voz de su hermano.

- Sube. No querrás llegar a puerto con este aguacero.
- Cuando se entere padre que has venido a llevarme, las pagará contigo. Vuelve. No seas imprudente y regrese a la casa junto a madre y la abuela.
- Quiero que vuelvas conmigo. Si te vas, darás razones a padre para pensar que lleva razón. Y no la lleva. Además, madre moriría sin ti a su lado. Ya sabes, eres el favorito. - Dijo con una sonrisa mueca.
- ¿Para qué?. ¿Para que me repudie, me humille y me insulte? ¿Para que cada vez que intente verme con José, lo tenga que seguir haciendo a escondidas?. Hay cosas que no quiero que vuelvan a pasarme, y es mejor partir, y buscarme la vida en otros paramos.
- Mira hermano. Quizás nunca haya tenido el valor de enfrentarme a padre, pero ha llegado el momento de ello, de demostrarle que tu eres parte de nuestra familia, y que si la familia se rompe, el será el único responsable. Madre está de acuerdo, y la abuela, a pesar de las ya muchas primaveras vividas, también. Es hora de volver a la casa y ponernos en nuestro sitio.
- Pero, ¿que será de José?. Lo amo, y estar allí, sabiendo que no lo podré ver, me mata.
- Creo que tendrás que dar un paso al frente, y yo te secundaré. La vida está hecha para valientes, y es hora de que el mundo comprenda que cuando hay amor, sólo hay cabida para corazones, dando igual las personas, sean cuales sean.


El sol comenzó a abrirse paso de entre las nubes, mientras las últimas gotas de lluvia golpeaban los charcos del camino. Se secó sus lagrimas con el antebrazo y suspiró. Era hora de regresar a casa y dar forma a su futuro.