La velada estaba siendo perfecta. Se había pasado esa mañana por la oficina de correos, y con la excusa de enviar una postal a unos amigos de la capital, le dio las gracias a Natalia por lo que había hecho por el durante el tiempo que llevaba en el pueblo, y la invitó a cenar.
Había elegido un restaurante asiático situado el las afueras del pueblo y con una buena reputación en la zona. Sus paredes revestidas con palés de madera donde se engarzaban jardines verticales con una amplia variedad de vegetación, una infinidad de lamparas blancas que representaba a los globos chinos, que parecían estar flotando bajo el techo de la sala, y unas inmensas vidrieras donde entraba muchísima luz natural, hacían del lugar un recinto mágico.
Había elegido una mesa dentro de un reservado. Estaba entre dos paredes repletas de plantas verticales que dejaban caer hacia el suelo su vegetación repleta de helechos, cáscara de nuez, lágrimas de bebé, y alguna begonia para dar colorido y así romper los tonos verdes de las otras plantas. Del techo caía una inmensa lámpara de cristales que simulaba a finas gotas de lluvia y que daba luz blanca únicamente a una mesa negra como el ébano de forma cuadrada. Sobre esta, dos manteles individuales de bambú. Encima de cada uno, dos servicios completos: dos tenedores, dos cuchillos, dos copas de cristal, una para vino y otra para agua, y unos palillos chinos. Todo perfectamente ordenado y colocado. Entre las dos paredes y hacia la parte del restaurante una cortina muy fina en tono marfileño, aunque se parecía más a la tela que se utiliza en las camas con dosel. En la parte opuesta, una inmensa vidriera completamente transparente con vistas a un jardín tropical. A ambos lados de la mesa, depositados sobre el suelo y con una altura de metro y medio aproximadamente, dos imponentes esculturas que simulaban a guerreros de Siam. Era un reservado muy especial. Y privado.
- Traerme a este lugar así, sin más, después de haberme rechazado mis invitaciones tantas veces… no se, no se… Dijo Natalia.
- Somos amigos. Me ayudaste mucho cuando llegué al pueblo. Es una forma de agradecerte lo que has hecho por mi.
- ¿En un reservado? ¿Tienes miedo de que nos vean juntos?
- Había pensado que en la tranquilidad están los buenos momentos, las buenas conversaciones, y así poder contemplar a una mujer guapa, sin que nada ni nadie pueda hacer que me distraiga.
- Parece que estas hablando por la radio, no hagas que me sonroje.
- No te hagas la ingenua por favor. Eres una mujer muy guapa, y tremendamente atractiva. Cogió su copa de cava, la levantó mientras miraba al verde de sus ojos sin pestañear, invitándola a que le acompañara en el gesto.
- Eres un encantador de serpientes, pero no puedo negar que desde que llegaste, tu fuerte atractivo me ha llamado la atención. Eres una persona con facilidad para desarmar a cualquier mujer.
- ¿Donde quieres tomar después una copa?
- No soy mujer fácil ¡Eh!. Y con lo que he bebido en la cena ya he cubierto el cupo de alcohol. Creo que es mejor que me dejes en mi casa.
Habían llegando a donde vivía Natalia. Ya en la puerta, aparco sin apagar el vehículo como gesto de respeto y de no intentar nada. Al menos, esa noche.
- Gracias por aceptar mi invitación. Estaba en deuda contigo. Espero que te haya gustado la velada.
- Me ha encantado. De verdad. ¿Dónde te vas a tomar esa copa?
- Bueno, tomar copas sólo fue mi deporte favorito durante una época de mi vida. No quiero volver a ese viejo hábito. Me voy para casa y prepararé algo para el programa de radio.
- Si quieres esa copa en mi casa.. Le insinuó Natalia mientras salía del vehículo sin apartarle la mirada.
No había dado tiempo a nada más. Tras cruzar el umbral de la puerta, el se abalanzó hacia sus labios para besarla. Y ella se entregó a sus brazos. Mientras se besaban, se iban desnudando mutuamente mientras ella le conducida hacia un inmenso sofá que había en el salón. Natalia le empujó hacia el, quedándose sentado, y sin tiempo para reaccionar se sentó sobre el mientras su miembro ya se deslizaba por sus adentros. Y allí, donde el calor que desprendían dos cuerpos repletos de deseo, intercambiaron posiciones, juegos y roles, hasta que encontraron la habitación de Natalia, donde se confesaron deseos prohibidos hasta entonces y que hicieron realidad. Y reiniciaron nuevamente un incendio de pasión que sólo pudo ser sofocado por los primeros rayos del alba
Habían transcurrido tres días desde aquel encuentro. Tenía que dar forma al plan por lo que decidió acercarse a la estafeta de correos.
Cuando entró en las dependencias de correos, no había un alma. Salvo Natalia.
- Buenos días caballero. ¿Qué es lo que necesita? Le dijo con una ironía que implicaba a la vez simpatía y complicidad hacia el.
- Buenos días Natalia. Necesito que me ayudes para localizar el origen del franqueo de este sobre…
El plan había comenzado.
Continuará….
Ni que decir que esta entrada esta dedicada a mi buen amigo Cipri Quintas, y a todas las personas que componen y hacen del Silk Social Space un lugar mágico.