jueves, 20 de junio de 2019

PEPITO PISCINAS





El porqué de esa situación no lo sé (o no lo quiero recordar). Sólo sé que cuando estaba recobrando el conocimiento, un tío más cachas que el “Terminator” ese, me estaba haciendo el boca a boca. ¡Un tío! ¡A mí!, y que desde  entonces es la única persona que está a mi lado, dándome apoyo y cobijo. Y lo peor de eso es que yo, que me considero (o consideraba) un macho ibérico por antonomasia, tengo un amigo gay. ¡Joder, ¡que es un tío de puta madre! 

Me empiezan a venir flashes. Al lío...

Después de mucho negociar, conseguí que mi parienta me dejara ir unos días a las afortunadas Islas Canarias junto a un grupo amigos (y conocidos por ella para justificar el plan). Ocho tíos por Lanzarote con la excusa de descansar y reponer fuerzas para poder pasar un invierno duro. Ya saben ustedes lo difícil que es Madrid a partir de septiembre con los atascos, contaminación, que si llevar al niño al colegio, trabajar, recoger al niño, extraescolares, la casa, la mujer, la suegra… En definitiva, somos unos santos y nos merecemos estos escarceos.

Ya en el aeropuerto, comenzamos a urgir nuestro plan; o sea, mujeres, y a poder ser extranjeras, y ya si no es mucho pedir, exuberantes nórdicas de grandes “pechotes”. Mi gran sueño para honrar a mi idolatrado Alfredo Landa. Así que nada más aterrizar fuimos a dejar los trastos a los apartamentos, con el fin de no perder un ápice de tiempo y otear las inmediaciones donde atisbar a estas bellezas ansiosas por estrechar lazos con estos caballeros españoles (que ostias; conmigo).

Enfrente de los apartamentos había un garito en el que habían izadas cuatro banderas: Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia. Mis amigos (de los que no quiero acordarme) y este que les cuenta, nos dispusimos a pegarnos la fiesta de nuestras vidas, y para ello sacamos nuestros “jurdeles” de los calcetines y pusimos un bote del que fui testaferro. Llegamos a la entrada del garito en el que sonaba música en directo. Me puse de rodillas y besé el suelo, dando las gracias a Dios por dejar que cumpliera este deseo que le imploraba desde que vi la película "Amor a la española". Al abrir la puerta pude ver a un tío vestido como John Belushi en los "Blues Brothers" que cantaba de maravilla, pero lo mejor de todo era el espectáculo de bellezas rubias (y tetonas) que había a mi alrededor; largas como un día sin pan y con más curvas que las siete revueltas bajando el puerto de Navacerrada, todas con unos ojos azules como si fueran espejos del mismísimo cielo. Vamos, que si existía el paraíso lo había encontrado. Mis amigos se metieron en el meollo y yo saqué el fajo de billetes para comenzar la gran fiesta. Sólo me faltó decir "¡Qué no nos falte de ná!, cuando, incrédulo y extasiado, fui abducido por tres ejemplares rubias que se abalanzaron sobre mí y me arrastraron a un rincón hasta que una a una, y en un inglés celestial me dijeron -"my name is...", acompañado de un correspondiente beso en los morros de este galán con alma de matador de toros. Uno, que de idiomas va escaso, por no decir que res de res (mi poco catalán) pudo entender a los diez minutos que, tras ponerme ellas mismas la chaqueta, querían ir a otro sitio. Pero donde me llevaron fue a un piso a la vuelta de la esquina... 

No podía ser tan fácil. Y yo que pensaba que me iba a ligar a una, ¡y me iba a zumbar a tres!, y uno que no quiere dejar mal el pabellón hispano y al ego del macho que llevamos dentro, hice uso de una pastilla azul (por si acaso) que siempre llevo, no sea que tuviera en vez de corrida de toros, becerrada. Y eso jamás. Uno tiene que dar la talla siempre, y más cuando toca hacer de una batalla, patria. Me acomodé mientras se iban desnudando frente a mí (la viagra comenzaba a surtir efecto y yo empezaba a creer en los milagros). Una de ellas sacó un bote que parecía aceite y se lo echó por el cuerpo; estas nórdicas me iban a llevar al séptimo cielo... La cosa pintaba bien. Se acercó muy despacio mientras me miraba a los ojos con la seguridad de quien tiene la situación controlada y de quien lleva el manejo del momento. Sujetó mi cara con sus manos y muy lentamente se la llevó a los pechos. Podía morir de felicidad.  Y allí, mientras recibía besos y caricias de las otras integrantes de la batalla, mientras mi cabeza estaba entre esas dos montañas rocosas, mi vista comenzó a nublarse…

Mi nuevo amigo gay dice que cuando me vio desnudo en la playa pensaba que estaba durmiendo la mona, pero que al subir la marea y ver que no reaccionaba fue hacia mí y comprobó primeramente que tenía una erección de caballo, pero que apenas respiraba; así que, ante lo preocupante de la situación, empezó a hacerme el boca a boca....

Y aquí sigo con el, que me ha dado hasta cobijo, porque las hijas de la gran puta no eran nórdicas sino una banda de ladronas españolas recauchutadas que casi me llevan al cielo (más bien al mismísimo infierno). Al parecer, y según el atestado policial, el líquido era una droga que me dejo dos días semiinconsciente y de no ser por este nuevo amigo hoy estaría criando malvas; me robaron todo, mis amigos no me hablan porque, al tener el bote, los dejé sin dinero (y sin fiesta) y regresaron sin pena ni gloria a la península. Y mi parienta me ha dicho que no vuelva porque se pira con el fontanero que le quitó el atasco hace 15 días.

Perra vida…


2 comentarios:

  1. Qué buen rato he pasado leyéndote. Es una pasada como cambias registros, de un humor digno de Torrente a una ternura infinita. Eres un gran contador de historias!

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    1. Muchas gracias por tu comentario y por tu apreciación. Seguiremos insistiendo en este arte de la literatura.

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Tanto si te gusta como si no, déjame tu comentario. Me servirá para aprender.