Llovía. Las primeras gotas cayeron encima de Jesé cuando aún dormía sobre un banco de la calle Atocha. Una vieja manta raída y sucia, con la que se cubría todo su cuerpo, no impidió que le mojara la cara para levantarse violentamente y maldecir su suerte en esa mañana de Octubre. Mientras, oteaba fijamente a las personas que iban dentro de sus vehículos -abstraídos seguramente por el sonido de sus aparatos de radios-, y ninguneando la realidad de muchos que como él, deambulaban sin norte para guarecerse en los soportales a esa hora de la mañana.
En su carrera para evitar que el agua le empapara hasta las entrañas, Jesé tropezó con un hombre que salió trastabillado unos metros hacia adelante.
- Perdón jefe. -Le dijo-.
- Mira por donde vas, haraposo. Me has manchado el traje que vale mas que tu y tu familia de mugrientos. Vete a tu país donde no debiste de salir.
- Perdón jefe. -Le dijo-.
- Mira por donde vas, haraposo. Me has manchado el traje que vale mas que tu y tu familia de mugrientos. Vete a tu país donde no debiste de salir.
Absorto, miró con rabia a los ojos de esa persona que le había humillado sin motivo. Vio como se ajustaba el nudo de su corbata mientras le devolvía la mirada con ojos enrojecidos y centelleantes, mordiéndose los labios y levantando las cejas. Desafiante, esperaba a que Jesé abriera la boca para que la tormenta desatara una batalla con un final ya escrito de antemano.
Jesé retrocedió, y mientras se giraba para emprender otro camino, le mantuvo unos instantes la mirada, sintiendo lástima y compadeciéndose por el energúmeno que le había tratado así.
- Tranquilo moreno. ¿Has desayunado?. -Le dijo una persona que desde la puerta del Bar Pérez había visto la secuencia completa-.
- Ven. Tómate un café conmigo y charlemos.
- Tranquilo moreno. ¿Has desayunado?. -Le dijo una persona que desde la puerta del Bar Pérez había visto la secuencia completa-.
- Ven. Tómate un café conmigo y charlemos.
En el interior del bar se sentaron en una mesa junto a la puerta, donde aún se veía a la gente pasar hacia arriba y hacia abajo, en una carrera para ganar tiempo sobre la lluvia que no cesaba de caer.
- Mi nombre es Yago. Soy sacerdote, y estoy buscando una persona que me ayude en un centro donde damos cobijo y comida a personas sin techo. No te puedo dar sueldo. Tan sólo un cuarto con ducha, y tres comidas al día. Llevo observándote estos días por aquí, y ademas de dormir en el banco, rezas cada mañana en las puertas De la Iglesia de San Judas, ayudas a otros como tú, y has evitado que roben a algún anciano que sacaba dinero del cajero automático que hay aquí al lado.
- Mi nombre es Yago. Soy sacerdote, y estoy buscando una persona que me ayude en un centro donde damos cobijo y comida a personas sin techo. No te puedo dar sueldo. Tan sólo un cuarto con ducha, y tres comidas al día. Llevo observándote estos días por aquí, y ademas de dormir en el banco, rezas cada mañana en las puertas De la Iglesia de San Judas, ayudas a otros como tú, y has evitado que roben a algún anciano que sacaba dinero del cajero automático que hay aquí al lado.
Por la cara de Jesé, viajaban ríos de lágrimas, aunque sostenía la mirada sobre los ojos del padre Yago. Y mientras sus ojos se bañaban en ese mar salado, su cara empezó a pintar un mundo de sonrisas. De repente vio en Yago a su padre, al ser que le empujó a viajar a otra tierra donde no habría hambre ni miseria. Vio en él la humanidad que le transmitieron su familia desde muy pequeño. Se levantó de la silla, y se abalanzó hacia él, fundiéndose en un abrazo interminable.
Una mañana, siete meses después, llamaron a la puerta De la Iglesia a las seis y diez de la mañana. Jesé se apresuró para abrir la puerta y vió unos ojos conocidos.
- Por favor, hermano. No tengo donde ir. Me han dicho que aquí puedo quedarme algunos días. ¡Se lo suplico¡.
- Por favor, hermano. No tengo donde ir. Me han dicho que aquí puedo quedarme algunos días. ¡Se lo suplico¡.
El hombre llevaba un traje puesto deshilachado, con una corbata desanudada, zapatos rotos. Estaba mugriento en general, como si llevara durmiendo en la intemperie muchos días. Cuando alzó la mirada vio a Jesé, firme, sin pestañear, como si fuera el guardián de las puertas del cielo. Jesé, reconociendo al individuo que le había humillado meses atrás y sin un ápice de rencor, le abrió sus brazos para que, tras abrazarse, se llenara de la paz que le hacia falta en ese momento de su vida.
Hace mucho que no comento tus relatos. Y todo por ir siempre a mata caballo por la vida, sin prestar atención si me cruzo o no con algún Jesé. Este relato me ha parecido una muy buena lección de vida. Aprendamos de los Yago y de los Jesé que se nos crucen en nuestra vida. Sigue deleitándonos con tus relatos Juanito (espero el mío) ;)
ResponderEliminarMuchas gracias Eva. La verdad es que estamos en un hilo para que en cualquier momento nos pueda pasar lo mismo. Ojalá todos tuviéramos una pizca de ambos. Y lo prometido es deuda. Un beso compi
EliminarEnhorabuena Eva. Eres la ganadora del libro sorteado. Me pondré en contacto contigo para hacerte llegar el libro dedicado por el autor. Un cordial saludo
EliminarMuy bonito, como siempre Juanito, muy bonito
ResponderEliminarGracias amigo. De ti espero una crítica mas feroz. Ya sabes. Somos amigos y lo entenderé... Un abrazo de oso, peregrino.
EliminarBuenísimo. Como todo lo que escribes. Que gran aprovechamiento hermano. No pares ����
ResponderEliminarEres incondicional. Se te quiere papa oso
EliminarYa sabes que ese sentimiento es mutuo. A tumba abierta hermano
EliminarY los sueños tomaron forma de palabras.
ResponderEliminarUn sueño en el que hay que incidir todos para que este mundo sea un lugar donde todos tengan cabida, y todos queramos vivir. Un abrazo querido Pancho
EliminarBuenísimo, como todo lo que escribes. Por favor no pares nunca de escribir.
ResponderEliminarComo no te voy a querer, papa oso... Un abrazo de esos que hacen rechinar las costillas
EliminarOjalá no ocurriera nunca lo de los insultos y desprecios desde la cumbre y todos nos ayudáramos más!
ResponderEliminarLas fotos de reflejos en el agua fueron un tiempo mi debilidad!
JJuiz
Muchas gracias por regalarme un poco de tu tiempo en leerme. Ojala algun dia, no haya ningun tipo de prejuicios, y la solidaridad sea un fiel reflejo de esta sociedad. Un fuerte abrazo amigo.
EliminarEs que las torres altas también caen... y a todo cerro le llega su San Martín! Bien por Yago!
ResponderEliminarAsí es. Lo único que a algunos cerdos la tarda demasiado el llegar. Apuntada...
EliminarGran relato.
ResponderEliminarPerfecta definición de lo que debemos ser: SERES HUMANOS.
Únicamente una “pega”. En el párrafo que comienza con “Tranquilo moreno”, creo que hay una errata al utilizar 2 veces “que”: ...que desde la puerta del Bar Pérez que había visto....
Espero que no me quite puntos para el sorteo. ;-)
Muchas gracias David. A pesar de haber pasado dos filtros, siempre hay algo que se queda. Efectivamente llevas razón y ya esta subsanada la errata. Eso si, no participaras por dejarme en evidencia.... (es una broma). Un fuerte abrazo y gracias por regalarme ese trocito de tu tiempo en leer mi relato.
EliminarMuy bueno, Juan, y además para hacernos reflexionar sobre nuestros propios egoísmos y prejuicios.
ResponderEliminarNunca hay que olvidar que la vida, en un giro de tuerca, te puede poner en una tesitura jamás soñada. Y si llega ese momento, que puedas recibir un abrazo sincero y la ayuda de la manera mas normal del mundo. Un abrazo grande.
EliminarNunca sabemos qué puede tener la vida preparado para cada uno de nosotros, a veces gasta malas bromas. Un saludo y gracias por un bonito relato que hace poner los pies en la tierra.
ResponderEliminarGracias a ti por pasarte por la que es tu casa. Saludos
EliminarMuy bien Juanito, cada vez te desenvuelves con mas soltura en el dificil arte de la narracion, una historia con mucha moraleja ,me a encantado.
ResponderEliminarSera casualidad que la persona con mas corazon de la historia se llame Yago??😋
Posiblemente... Como siempre gracias por regalarme un trocito de tu tiempo en leerme.
EliminarMuy bonito Juan,felicidades!!!
ResponderEliminarGracias. Pero me apena no saber quien eres.
EliminarMe ha encantado, no hay que menos preciar a nadie, todos somos iguales si nos gusta como si no. Felicidades Juan
ResponderEliminarMuchísimas gracias. Mi blog de relatos es vuestra casa. Gracias por haber dedicado un poquito de vuestro tiempo en leer mi relato, y espero que me deis vuestra opinion de los otros que hay publicados.
EliminarHola, nueva seguidora; felicitaciones por blogs y publicaciones; aquí el último publicado por mí: https://ioamoilibrieleserietv.blogspot.it/2018/02/recensione-lui-vuole-me-ava-lohan.html
ResponderEliminarSi quieres, te espero como lector fijo (encuentra el blog también en Facebook y Instagram como: ioamoilibrieleserietv)
Gracias
Muchas gracias amiga. Ya te sigo tambien en tu blog. Besos.
EliminarMuy bueno Juan, la vida da muchas vueltas y nunca sabes como terminara, un abrazo
ResponderEliminarGracias Bernardo. Te pagaré la crítica con caracoles.... 😉😉😉
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